A lo largo de los años, el dispositivo oído/cerebro humano ha ido evolucionando e incorporando ciertos gadgets a su funcionamiento, que lo han ido convirtiendo (la evolución no cesa) en un sistema auditivo cada vez más depurado y eficiente en el día a día. Sirva como ejemplo nuestra adaptación a separar la voz original de las reflexiones o ecos, cuando nos encontrábamos en la edad de las cavernas; o la compresión natural que el cerebro realiza cuando el oído es sometido a fuertes niveles de presión sonora.
El compresor se convierte en una herramienta indispensable cuando queremos mantener bajo control el rango dinámico de nuestra señal, además de desempeñar la labor de contener ciertos picos y subidas repentinas que deseamos que no "canten" demasiado al oído.
Seguramente todos pasamos una etapa de nuestro aprendizaje usando compresores porque lo sentimos como una regla básica más que una necesidad, después de comprobar que esta herramienta se encuentra en boca y “rack” de todo ingeniero o productor que se precie... cuando en realidad no hemos llegado aún a entender el por qué se hace necesario su uso.
En enlace del final te lleva a un artículo sobre el “el arte de la compresión” alojado en sonidoyaudio.com, un buen y entretenido artículo en clave de conversación y con conclusión final.
Artículo completo (y visto en): http://www.sonidoyaudio.com/...
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